No sabía que para traerte de nuevo conmigo solo tenía que buscar el
silencio, son mis propios latidos los que trajeron tus pasos a un camino que
compartimos hace un tiempo.
Yo te extraño, siempre te recuerdo, dejaste en mí aquello que justamente de
ti aprendí, algunos gestos peculiares, el amor por lo sencillo, que
es paz, gracias por salvarme; por alejarme – de la codicia, de los malos
impulsos, de la especulación y del miedo.
La sensación de un día extraño, de esos que parecen ser de invierno, me hicieron
saber tarde cuanto es lo que te quiero, bueno, te lo llevaste con un beso,
sabiendo que no soy yo devoto de ello.
Entre explosiones de luces, mareas de fuego – haya o no soles, algún día o
en la interminable noche de algún modo nos encontraremos, nosotros, cuyas dos existencias la una a la otra pertenecieron alguna vez a un mismo universo.