Solo queda desaparecer,
volver a la crisálida de donde nunca debí salir
y junto con la propia piel
secarse hasta no sentir,
hasta no sentir nada;
Y yo creyéndote lisonjera
por una sonrisa tímida,
volviéndome irreconocible
ante ojos de los demás inclusive,
vistiéndome por dentro;
Si es mejor,
compremos lengüitas de gato,
gracias Jorge.